Estimados: Uno de mis poemas fue transformado en un videopoema. ¡Dejo el link aquí, por si quieren verlo!
https://www.youtube.com/watch?v=YRO7yphOs3k
Etiqueta: Escritura
Neruska en la tormenta
Entre emociones y colegios, segunda parte
Entre emociones y colegios
Colores en el humo
Paredes Blancas
El árbol entre los recuerdos
Sobre la voluntad
Hay ciertos temas sobre los cuales me gusta mucho leer. Uno de ellos es el ánimo, la voluntad de hacer cosas, justamente porque es algo que me afecta continuamente: Actualizar este blog semana por semana es más difícil que lo que podría parecer, ya que para hacerlo necesito primero tener la voluntad para hacerlo (o la voluntad necesaria para forzarme a empezar), luego encontrar un tema que me atraiga lo suficiente para escribir de el un buen tiempo. Posterior a esto, la escritura misma, que generalmente toma entre una y cuatro horas, a veces más si necesito investigar del tema (para no quedar como ignorante), y finalmente una corrección y revisión de lo ya escrito. Este proceso, largo y a veces aburrido, puede romperse fácilmente con un “que lata” o un “lo hago después”. Uno de los factores centrales que causa esto tiene que ver con la voluntad.
La voluntad es algo interesante. Según lo que he leído en más de un estudio, tenemos una cantidad limitada de “voluntad” para hacer las cosas. Es como un estanque de gasolina, que alcanza para movernos una cantidad limitada de kilómetros. Cada vez que tenemos que hacer algo que requiere esfuerzo (por ejemplo, recoger la ropa cuando nos cambiamos, o lavar después de comer) gastamos algo de esa voluntad. Incluso tiene que ver con la superación de tentaciones: evitar comer demasiado es mucho más fácil empezando el día que terminándolo. Esto mismo también aplica a la escritura: escribir toma una cantidad bastante grande de voluntad, ya que requiere un esfuerzo mental considerable. Como prefiero escribir al final del día (porque así tengo menos distracciones), me cuesta mucho más empezar.
Otra arista importante también tiene que ver con el sueño. En mi opinión, dormir menos de lo necesario (generalmente 8 horas, pero depende de la persona) causa que ese “estanque” de voluntad presente en nuestro día a día se achique. Cuando dormimos mal, la voluntad se empequece, causando que seamos mucho más reacios a hacer cosas que tomen mucho esfuerzo. Esto se nota incluso cuando hacemos cosas que nos gustan. ¿Han intentado jugar un videojuego cuando duermen mal? ¿O empezar un juego nuevo, recién comprado? Cuesta entrar cuando el sueño nos consume, no estamos dispuestos siquiera a concentrarnos en algo que nos gusta, porque estamos cansados. En casos como ese, es mucho más fácil ver videos irrelevantes en Youtube, o ver a alguien jugando. Cualquier cosa que no haga trabajar a nuestro cerebro. Una vez le di un consejo a un amigo, que me dijo que ya no disfrutaba los juegos como antes: Duerme bien, e inténtalo de nuevo. Al parecer le funcionó. Este consejo aplica también para otras cosas, sin embargo. Empezar un trabajo, o estudiar para lo que sea, o incluso escribir, es mejor con una buena cantidad de voluntad en nuestro estanque. ¿Están de acuerdo o lo que digo es pura suposición? ¡Gracias por leer!
Videojuegos y realidades paralelas: Dark Souls
Se ha dicho muchas veces (incluso yo mismo lo he hecho, en ensayos anteriores) que jugar videojuegos es entrar en otro mundo, una realidad paralela a la real, que aleja nuestras preocupaciones y dolores, aunque sea por tan solo un segundo. Lo que no se ha visto demasiado, sin embargo, son juegos que construyan múltiples realidades dentro de ellos mismos.
Existen ejemplos, sin embargo, de un concepto como este bien aplicado. En la serie Souls (que incluye Demon’s Souls, Dark Souls y Dark Souls 2), el personaje controlado por el jugador es lanzado a un mundo en vías de destrucción, de decaída total. A pesar de que estamos rodeados de cuerpos que parecen haber sido humanos alguna vez, todos aparentan estar locos. Algunos de ellos nos hablan, mostrando todavía los restos de una humanidad en retirada, pero sus acciones nos muestran que también estan a punto de enloquecer. El mundo es hostil.
Desde Dark Souls, sin embargo, existe una excepción a este mundo solitario: cuando nos acercamos al fuego de una fogata (que sirve como un punto para grabar nuestro progreso, un lugar donde regresar), vemos fantasmas, otras personas trasparentes que hacen lo mismo que nosotros. Mientras más cerca de la fogata estemos, menos fantasmales se verán. De esta forma, algunos se sientan en la fogata, esperando, como tú, o quizás pensando la mejor manera de seguir. Otros esquivan ataques invisibles de un enemigo fiero. La mayoría, sin embargo, están parados, sin hacer nada.
El fuego es, en Dark Souls, una conexión entre más de un mundo. El juego conecta magistralmente una mecánica de multijugador en el mundo real (las personas conectadas a internet pueden verse como fantasmas si se acercan a una fogata, o viajando de punto a punto) con la historia del juego mismo (cada jugador es un protagonista en su propia realidad, y las fogatas conectan interminables mundos paralelos).
Los jugadores también tienen otras formas de comunicarse, pero son extremadamente limitadas. Pueden dejarse mensajes con frases predefinidas, y ayudarse en las batallas más difíciles. El universo del juego, entonces, mezcla historia con mecánica, y hace que el mundo que presenta sea más completo, generando una pregunta implícita: ¿Es peor la soledad completa y aislada, o una comunicación amurallada y pequeña entre habitantes de mundos paralelos? Como los vagones del metro (tren subterráneo), vemos pequeños relámpagos de otras personas, que pronto desaparecen.
En Dark Souls, cada jugador vive en su propio mundo, y la historia se entremezcla con las mecánicas para demostrarnos eso, y también para forzarnos a mirarnos a nosotros mismos: estamos jugando un juego, otro mundo distinto al nuestro, y estamos solos. Ese mundo se conecta a otros mundos, otras personas, haciendo exactamente lo mismo. Esta es una forma interesante de utilizar varios mundos. Para ustedes: ¿Qué juego hace algo parecido? ¿Es mi reflexión errónea? Si desean discutir de ello, siempre estoy atento a los comentarios. ¡Gracias por leer!
Jardínes
Dicen que toda la vida pasa ante tus ojos cuando se acerca la muerte, y puede ser cierto. Yo no sabría decirles: Morí demasiado rápido.
Desde niño siempre me gustó jugar en los jardines aledaños a mi casa familiar, un hogar antiguo, frío y oscuro construido en el centro de un pequeño bosque de olmos. Como parte de la tradición, a los niños se les permitía recorrer el bosque a sus anchas, mientras no pasáramos las cercas de alambre. Solitario y tímido como era, la mayoría de las veces exploré solo. Al cabo de un año ya conocía todos los caminos, todos los atajos, y había dejado mi marca en la mayoría de los árboles. Solo uno eludía mi curiosidad infinita: un olmo enorme, de al menos el doble de altura que cualquiera que hubiese visto. El problema: estaba cerrado. Paredes llenas de enredaderas cerraban la entrada, y una gran puerta, decorada y antigua, no dejaba entrar a nadie.
No dude en pedir la llave, pero mis padres no tenían idea donde podía estar. Ellos tampoco habían entrado jamás. Mi bisabuelo, sin embargo, con su prodigiosa memoria a pesar de su vejez, me contó que ese árbol había estado desde la construcción de la casona. El padre de su padre lo había plantado en honor a su esposa, iniciando la plantación del bosque. Ambos fueron felices por años, él dedicado al jardín en secreto, ella a los negocios, también en secreto. Un día, sin embargo, mi abuela lejana había aparecido colgada en el árbol, en un aparente suicidio. Se llamó a la policía, se hizo una gran investigación, pero a pesar de muchos cabos sueltos no se pudo probar nada. El paterfamilias cerró construyó las paredes en su honor, sellando para siempre el área, sin atreverse nunca a abrirla de nuevo. Falleció joven, antes de los cincuenta años, y la llave se perdió con él.
Después de esa historia, simplemente tenía que entrar. Intenté, primero, escalar las murallas, pero la enredadera las hacía demasiado resbalosas. Muchas heridas y algunas lágrimas después, decidí intentar otras maneras. Tratar de patear la puerta para romper la cerradura resultó en un pie lesionado y en una puerta más sólida que nunca. Excavar terminó con uñas llenas de tierra. El verano, entre intento e intento, pasó rápido, y pronto el colegio alejó el árbol de mi memoria.
Los años pasaron sin aviso, dejando mi niñez atrás. Los juegos dieron paso al estudio, el estudio me hizo pensar en las miles de posibilidades de empleo. La guerra, sin embargo, destrozó mis planes. Con el bombardeo repentino de la plaza central, el enfrentamiento inició con fuerza y empujó al reclutamiento obligatorio de todos los jóvenes capaces de luchar. Yo fui uno de ellos.
No destaqué especialmente en el ejercito. Simplemente no estaba interesado en escalar los rangos. Quería escapar, así que entré en la rama de aviación, que al menos me dejaba ver el mundo con otros ojos: los ojos de un pájaro, libre y ligero, flotando en el aire.
Uno de esos insoportables días, con el sol en mi cabeza y las manos en los controles de mi pájaro vibrante, estaba volviendo a la base cuando avisté aquel inmenso árbol en mi casa. Se veía tan pequeño desde arriba, pero quizás si bajaba un poco podría al fin verlo de cerca. Un ruido fuerte que casi hace explotar mis tímpanos me devolvió a la realidad: un piloto enemigo llenaba mi avión de balas. Intenté controlar el avión, pero no fue posible. El motor estaba muerto. Debía saltar, depender del paracaídas. Sin dudar, salté con el en la espalda. Tiré de la primera cuerda. Nada, el paracaídas no abría. La segunda, por emergencias. Solo aire, y una caída a increíble velocidad. Con el corazón en la boca, tiré de la última cuerda, pero el destino no estaba de mi lado.
Cuando desperté, tenía el inmenso árbol en frente. No podía moverme, no sentía mi cuerpo. El árbol, entonces, pareció una canción de despedida. Intenté sonreír, pero mi boca no siguió mis órdenes. Mis ojos, imposiblemente cansados, se cerraron de golpe.
Nadie, nunca, encontraría mi cuerpo.